¿Cuál dices, profana, que fue mi error?
¿Qué es aquello que dices que ultrajé?
¿Por qué es que yo, que tanto te adoré,
sufro este inmenso y horroroso dolor?
Esta ave carcome, corroe mi piel,
pues esclavo soy de tu recuerdo cruel.
Maldito el vaivén de tu tiempo, mujer
y maldito el día en que tu amor robé.
Qué forma la tuya de agradecer
a éste, tu siempre compañero fiel,
que por tal ahora ha de padecer
eterna condena de amarte... mujer.
EMB